has construido tu paz a fuerza de bloquear
con cemento,
como lo hacen las termitas,
todas las salidas hacia la luz.
Has rodado como una bola en tu seguridad
burguesa;
en tus rutinas, en los ritos asfixiantes de
tu vida provinciana,
has alzado esa humilde muralla contra los
vientos y las mareas y las estrellas.
No quieres inquietarte con los graves
problemas, bastante trabajo has tenido con
olvidar tu condición de hombre.
No eres el habitante de un planeta errante,
no planteas preguntas sin respuesta.
Nadie te ha sacudido por los hombros cuando
aún era tiempo.
Ahora la arcilla con la cual estás hecho se
ha secado y endurecido y nada en ti podría,
en adelante, despertar al músico dormido, o
al poeta, o al astrónomo que quizá te
habitaban al principio”.
Saint-Exupéry
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